Es difícil intentar empezar a hablar de la India, era tan complicado, chistoso, raro, exótico que no puedo aclarar mi mente como describirla. “El corazón loco y salvaje de la India” me dijo un conocido, “…se llama Varanasi, si llegas a la India tienes que ir.” Lo tome en cuenta y no me decepcionó aunque no me quedó del todo claro si fui capaz de ver de qué se trataba esta ciudad.

Anochece en Varanasi y la gente llega al río

Varanasi, para iniciar, es una legendaria y antigua ciudad, vieja y continuamente habitada desde hace milenios. Se localiza en las orillas del río Ganges. De ahí su importancia, pues el mismo Shiva fundó la ciudad, y el río Ganges representa al equivalente occidental de un templo, de un lugar sagrado de culto, donde los indios bañan, rezan, y parten en piras hacia, quizás, otra vida mejor. Es un juego extraño la rueda de las reencarnaciones.

Escalones al Ganges

Aun cuando está infestado ya de horrible turismo y trampas de turistas en cada esquina, sigue siendo centro de gran devoción y multitudes que arriban sobre todo en la puesta del sol, cuando las ceremonias de aarti se realiza. Donde el fuego es expuesto a las bendiciones de los dioses para continuar un ciclo de plegarias que es base de lo cotidiano, de lo espiritual, de lo sublime, en la gente con miradas serias y serenas hacia el horizonte esperando respuesta de sus deidades.

Dentro de la ciudad

Se puede navegar el río, en la mañana o en el atardecer, observando lo que parece estar fuera de lo que nos parece normal o incluso seguro. O caminar entre los ghats, que son los pequeños muelles, esquivando lancheros, pordioseros, y un sinfín de personajes de circo (si, hay domadores de serpientes y monos, es un circo). El aroma no es grato, pero el sonido y la vista confunden así que es fácil de ignorarlo y quizás detener a contemplar a los monos haciendo sus travesuras.

Aarti

Dejar la visibilidad en la costa tiene un costo. Fuera de las avenidas, que están saturadas de gente, carrozas, motos y vacas, se encuentra un laberinto de callejones digno de competencia contra Fez en Marruecos. Una trampa, que como ya he dicho a Rox solo es cuestión de recordar esquinas claves para poder salir de regreso. Confuso, y más confuso se vuelve al adentrarte más y más. Los letreros pintados en las paredes con flechas anunciando cafés y hoteles no son de ayuda. Puede llegar a ser un reto encontrarlos.

Lo evidente es que no es para cualquier persona visitar India, y Varanasi mucho menos. Ya me estaban divorciando más de una vez. Pero es increíble la experiencia, ver un museo en París o dar un paseo en Times Square son ejemplos de cosas que se sueñan y motivan viajar, pero escuchar los cánticos y plegarias al pie del río adornado en pétalos es fuera de este mundo.

Multitudes esperando el aarti

Hace un par de días, escuchando viejos clásicos de Moby, me di cuenta que uno de sus sencillos tiene un video filmado en Varanasi. Es bastante bueno porque muestra la ciudad silenciosa y lenta, como quizás fue hace años. Vale la pena verlo con calma y admirar el río Ganges.