Eran alrededor de las seis de la mañana y las campanas de la iglesia empezaron a sonar sin control, seguidas de los cuetes y por si fuera poco se escuchaba la tambora, después de la gran celebración tenían que despertar a la gente para que empezaran a poner los tapetes de aserrín. Afortunadamente yo era visitante y podía continuar en la cama, intentamos dormir pero el ruido lo impedía por lo que preferimos levantarnos para ver a la gente trabajar en los tapetes.
Los tapetes tienen como objetivo decorar todo el recorrido que hace la procesión con el Sagrado Corazón que recorre gran parte del pueblo. Antes de ver los tapetes me imaginaba que sería la misma decoración en todos y que sería algo sencillo, mi sorpresa fue al salir a la calle y ver que eran una verdadera obra de arte, estos tapetes representan para los creyentes los lienzos donde manifiestan su alegría. Casi todos los tapetes eran de aserrín pero vimos uno decorado con flores que les estaba quedando hermoso.
A lo que puede observar de la decoración el aserrín lo colocan lentamente con las manos sobre unos moldes para formar el diseño final. La tía de Héctor me comentó que el trabajo de la decoración del tapete comenzaba desde que compraban el aserrín, lo pintaban de diferentes colores según la decoración deseada, hacían los moldes y finalmente llega el día de colocarlos.
La imagen del Sagrado Corazón la llevan del pueblo vecino llamado El Santuario el cual se encuentra según Héctor esta a 5 km apróximadamente. Recorrer cinco kilómetros en ayunas suena divertido pero después de caminar los primeros dos me di cuenta que era más de lo que me imagina. Cuando me di cuenta de que no serían cinco si no diez, una lagrima recorrió mi cara y mi alma. Mucha gente recorre el camino para llegar a El Santuario y después regresar con la procesión, nosotros lo hicimos porque somos buenas personas y acompañamos a Héctor.
Regresamos antes que la procesión, ya que teníamos un lugar VIP para ver la entrada del Sagrado Corazón, en la azotea de una casa que se encontraba ubicada sobre la calle principal inflamos globos (realmente solo infle uno) los cuales serian aventados al paso de la imagen. La entrada fue espectacular, se escuchaba la música que acompañaba a los danzantes que anunciaban que la imagen del Sagrado Corazón estaba por llegar ¡no miento cuando digo que nuestro lugar era VIP!
La cantidad de gente que acompañaba la procesión era significativa, una vez que la procesión terminó de pasar la decoración de los tapetes se volvió un recuerdo representado por el aserrín esparcido en la calle. Como somos jóvenes era momento de continuar nuestro camino, la idea era salir a ver los tapetes que nos habían hecho falta de ver antes de que pasara la procesión.
Logramos ver unos cuantos tapetes más y sacar algunas fotos, la celebración termina con la llegada de la imagen a la Iglesia donde se lleva a cabo una misa. A esas alturas ya solo nos quedaban un par de horas en el pueblo teníamos que salir camino a Guadalajara que afortunadamente se encontraba a tres horas de distancia, siempre y cuando Google Maps no jugará con nuestros sentimientos.
Con un buen sabor de boca, la experiencia de haber probado la nieve elegida por la gran luna y un kilo de chorizo estaba convencida de que el viaje había sido un éxito. Si tienen la oportunidad es un destino que recomendaría ampliamente. ¡Visiten Mexticacán, coman nieve y lleven chorizo!
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