Como les había platicado en mi post anterior, la verdadera razón por la que visitamos Aguascalientes fue gracias a la invitación de Héctor para conocer este hermoso lugar llamado Mexticacán. Aún recuerdo mi conversación con Geo acerca de visitar o no Mexticacán, fue algo así:
Geo: Oye Héctor nos invita a su pueblo el fin de semana.
Yo: ¿Y que hay en su pueblo o que?
Geo: Que van a poner unos tapetes o algo asi.
Yo: Bueno.
Una semana más tarde nos encontrábamos camino a Mexticacán, ¿cuales eran mis expectativas de este pequeño pueblo? Realmente no espera mucho y creo que fueron mis bajas expectativas las que hicieron que este pequeño pueblo realmente me encantara.
Cuando vives en un pueblo el ritmo de viva suele ser muy tranquilo y cotidiano, es lógico que se tenga un fin de semana dedicado a romper el silencio y la tranquilidad para reemplazarlo con tamboras, alcohol y mucho baile. En Mexticacán ese día es el primer fin de semana de Septiembre en el cual celebran la llegada del Sagrado Corazón de Jesús.
Llegamos alrededor de las seis de la tarde y el lugar ya se encontraba ambientado, se podia sentir ese espíritu de fiesta. Algo que me sorprendió es ver la cantidad de gente que había en el pueblo. Inclusive se veían una importante cantidad de turistas a los cuales podía distinguir por las enormes cámaras que les colgaban del cuello. Si queríamos diversión teníamos que dirigirnos al centro, el cual estaba rodeado de puestos ambulantes que te ofrecían una variedad de comida y bebida con la finalidad de pasar un buen momento. Según Héctor no podíamos irnos de lugar sin probar sus nieves, aún recuerdo sus ojos de caricatura japonesa mientras sus manos comprimian sus mejillas y decía ”tienen que probar la nieve, la nieve está deliciosa”. En el centro hay una pirámide que tiene una luna comiendo una paleta, si la luna viene a Mexticacán a comer paletas deben ser realmente buenas.
Después de un vaso de nieve, la cual por cierto es muy buena ¡la luna no miente!, era momento de disfrutar de una cerveza en el centro del pueblo. Les voy a resumir las siguientes horas en cerveza, lluvia, tacos, más cerveza, tambora, grupos versatiles y mucho LOL.
Recuerdan la triste historia de mis post anterior donde Ricardo nos había prometido que comeriamos unas deliciosas tortas de lechón que nos harían volver a creer en la humanidad, pues Héctor también tuvo su momento, juro que probariamos los tacos más ricos no solo de Mexticacán si no del mundo……. La verdad es que desde el principio tuve mis dudas vi el monumento de la gran luna come paletas pero no había monumento de la gran luna como tacos ¡que sospechoso! Los tacos no estaban buenos.
Alrededor de las once de la noche iba ser testigo de un evento sin precedentes. Vería como quemaban un castillo, cuando era pequeña nunca me tocó ver algún castillo porque siempre me decían que era peligroso cosa que no es del todo cierta, solo si tienes mala suerte. Para los que no estén familiarizados con el término castillo, se refiere a una estructura llena de fuegos artificiales los cuales van prendiendo de manera loca y descontrolada, lo peligroso de estar cerca del castillo es que algún fuego artificial puede salir disparado hacia ti. Esta enorme estructura conocida como castillo tenía forma del Sangrado Corazón y la van prendiendo de abajo hacia arriba.
Si visitan Mexticacán se darán cuenta que es un pueblo donde realmente les gustan los fuegos artificiales, nunca he estado un 4 de julio en Estados Unidos pero me imagino que Mexticacán no se queda atras, como que eso de las nieves y los fuegos artificiales son unas cosa en ese lugar.
Al terminar de quemar el torito sonaron las campanas de la iglesia y los fuegos artificiales se apoderaron del cielo llenándolo de diferentes colores, cuando pensé que ya no habrían más fuegos artificiales la iglesia se llenó de luz. Habían preparado toda la fachada de tal manera que parecía que una fuente de luz blanca, simplemente fue hermoso parecian efectos de películas de Hollywood estuvo loco el espectáculo.
Después del gran espectáculo se veía que quedaba fiesta para rato, la verdad es que Geo y yo nos encontrábamos cansados y planeabamos levantarnos temprano al día siguiente para poder ver los tapetes de aserrín y si nos levantamos lo suficientemente temprano podríamos ver como los ponían. Así fue como pasamos nuestras primeras horas en Mexticacan, fue justo esa noche cuando entendí la magia y folclor que se encuentra detrás de las fiestas de pueblo.
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