Una de las cosas más difíciles de admitir en esta vida es como el paso del tiempo empieza a causar efecto en nuestro cuerpo y nos convertimos en eso que normalmente se conoce como gente adulta. Fue por eso que cuando visitamos Bangkok me aferre a que nos hospedáramos en la zona de los backpackers. En la conocida calle: Khao San. Buscaba convencerme de mi juventud y de que aún me podía poner loquilla. Desafortunadamente eso solo me sirvió para rectificar lo que ya sospecha “soy una persona adulta”.
Quedarse en una zona backpacker (o mochileros) tiene sus ventajas. Las principales es que puedes conseguir alcohol y comida barata, la transportación suele ser sencilla ya que en su mayoría se encuentran en zonas céntricas y al recibir una gran cantidad de turistas encontrar información de tours y poder comparar precios es algo sencillo. La desventaja de Khao San, desde mi punto de vista como adulto, es el exceso de ruido. Dormir se convertía en todo un reto. Sentía que tenía las bocinas al lado de mi oído y me encontraba en esa parte de mi realidad donde solo me quedaba ser valiente y afrontarla.
Me atrevería a decir que Khao San es una de las calles más famosas de Bangkok, pues tiene cierto encanto y folclor por los visitantes y locales. Por las mañanas encontrarás aquellos espíritus que se aferran a continuar las fiesta tirados afuera de un 7 Eleven con una sopa instantánea o un buen sándwich. Conforme van avanzando las horas la calle empieza a tomar vida. Lo primero son los puestos ambulantes que te ofrecen en su mayoría ropa con estampados de elefantes, elefantes de todos los tamaños y colores. No concebía la idea de tanta variedad de elefantes hasta que visite Tailandia. Poco a poco empiezan a aparecer puestos de comida callejera con múltiples opciones en su mayoría de comida típica. Conforme empieza a atardecer la calle se llena de gente y los puestos ambulantes suelen cambiar dando entrada a un poco a bebidas alcohólicas y, ¿porqué no?, un poco de comida exótica como banderillas de tarántulas, alacranes, etc. No vi nadie comer las banderillas creo que solo las compraban para tomar un par de fotos. Obvio tampoco los tailandeses comían eso.
Aunque Khao San no es una calle muy grande, las calles aledañas como Soi Rambuttri tienen opciones locales y de diversión que ofrecer. Inclusive un poco más relajadas para quienes como nosotros no queremos fiesta de 24/7. Las opciones de hospedajes son buenas y lo mejor es que la distancia a ciertas atracciones como al Gran Palacio o aventurar a algún puerto para tomar una lancha y pasear por las aguas del río Chao Phraya.
Pero si por alguna extraña razón te sientes estresado o cansado eso no es problema ya que las opciones de masajes son múltiples. En la calle sueles encontrar camastros donde te acuestas y te preparas para recibir un masaje de 30 minutos aproximadamente a la vista de todos. Esos masajes en la calle es algo que solo he visto en Asia. También esta la opcion de los pescaditos que comen celulas muertas, que ya había probado en Camboya.
Es una experiencia sencilla pero bonita recorrer la calle con una cerveza en la mano y ver cómo pasa el tiempo sin tener prisa de nada, solo disfrutar el momento, la vista y la compañía. El escuchar a uno que otro artista callejero acompañado de una guitarra y probablemente cantando horrible pero gracias al ambiente lo disfrutas. Creo que por eso es una de las zonas preferidas por los turistas por esa sensación de vida y relajación que transmite, no solo Khao San si no en general Tailandia “el país de las sonrisas”. En mi próximo post hablaré un poco de los lugares que puedes visitar en Bangkok que ahora que veo las fotos son bastantes.
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