Creo que de los países del sur de Asia que está más presente en el imaginario colectivo es Vietnam, sin duda es culpa de Hollywood y la televisión que nos compartieron una imagen de una remota guerra en la selva con personas asiáticas peleando a los apuestos americanos. No necesitas saber de historia o geografía para entender ese hecho. La verdad es que, como en muchos casos, la media no justifica la belleza de una nación con estos estereotipos.
Cuando llegamos a Hanoi de noche, me sentí confundido de este país. Del aeropuerto al hotel miraba una gran cantidad de propaganda política, y me pregunté ¿acaso existe aún el comunismo? En los días que pase en sus ciudades no me quedó clara la respuesta, pero si me maravillo la entrega de la gente a construir su país. La delicadeza que tienen en sus arreglos florales en parques, su veneración a sus líderes históricos, el duro esfuerzo tanto de hombres como de mujeres en el trabajo y el dolor y orgullo en el arte del siglo pasado.
Los días que estuvimos no fueron suficientes para mí, me sentía fascinado por su historia, naturaleza y su comida. Con pequeños sorbos de distintos y ejemplares cafés, Rox y yo contemplamos un vaivén interminable de motocicletas y bicicletas. Cruzar las calles era un simple acto de fé que aprendimos en unos días mientras las miradas alegres y algo traviesas de los taxistas en las esquinas nos esperaban recostados en sus motocicletas para ofrecernos dejar los intentos de suicidios vial.
Vietnam fue mucho más de mi agrado que varios de los países de la zona, y no solo lo digo por la comida que era dificil de superar, sino varios aspectos como que era más “libre”. Algo que es extrañamente complicado de explicar pero cuando vienes de un país con muchas libertades lo sientes a los pocos momentos de llegar al lugar. El poder detenerte en una esquina, tomar asiento en una pequeña silla como de preescolar y ordenar una cerveza fría sin problemas de comunicación, sin discriminación ni engaños (precios diferentes) por ser extranjero. Se sentía bien, demasiado bien.
No pienso hablar de la comida, tengo pensado un mar de descripciones de los múltiples platillos que se pueden encontrar en la calle. Lo que sí puedo aclarar que a menos de te odies a ti mismo, comprar comida vietnamita en restaurantes “agringados” o comida occidental es un sinsentido y sobre todo en Hanoi cuyo centro está lleno de pequeños lugares especializados quizás solo en un platillo como el pho, pero que son tan únicos y auténticos que perderte la oportunidad solo porque el lugar se ve (y es) incomodo es un pecado.
En mi consideración, tomar tren es de lo mejor que puedes hacer para atravesar el país. Es cómodo, barato y el nocturno es bastante amigable. Comprar los boletos no es complicado, solo hay que saber que estás haciendo, o sea investigar las rutas y horarios primero. De igual forma los vuelos locales son super baratos, que si no quieres “sufrir” puedes llegar en pocas horas. No es un país tan grande que se pueda decir, tan es así que hay rentas de motocicletas entre ciudades. Rentala en Saigon y déjala en Hanoi, lástima que mis habilidades en motocicletas sean nulas.
Por supuesto que volvería a Vietnam, y si pudiera por un mes completo. Comenzaría igual del norte hasta el sur, con mejor clima en la bahía de Halong, pasando por las playas de Danang y perdiéndome en los pueblos pesqueros de la delta del Mekong. Eso y unas 10 veces mi peso en chao ga!
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