Cuando se acercaba el Narita Express a la ciudad y a la terminal de trenes, sentí que un deseo estaba a pocos metros de volverse realidad. Tokio fue una gran experiencia que me cautivo más de lo que esperaba. La realidad es que yo iba por los ramens y pikachus, pero la cultura japonesa me dio muchos recuerdos y vivencias que me encantan y quisiera platicar en este blog.
Aunque no tenía una agenda culinaria, no dejaba de sorprenderme en los pequeños restaurantes cadenas que existen en casi todas las calles de Tokio. Uno a uno encontraba platillos que jamás había escuchado, y que me fascinaban por los cambios desde el ordenar al comer. Usar palillos para comer solo es un pequeño fragmento de las diferencias que existen. Los takoyakis y los karaages desfilaban a nuestras bocas con cócteles de whisky y cerveza. Ya habrá tiempo para relatar los detalles de estas comidas que ahora extraño.
Tokio puede ser un poco intimidante al llegar, sus rascacielos y grandes calles, su vaivén de personas por todos lados y el montón de luces. Entrar a una estación de metro e intentar comprender toda la red de transporte es dificil, al menos Google Maps funciona de maravilla y encontrar Wifi no es nada complicado. La mejor forma de llevar a cabo la tarea de conocer Tokio es dividirla en sus distritos para economizar tiempos de transporte.
Akihabara, o la capital otaku, fue de lo más raro que vi. Mi contacto con el anime no es nulo, pero es bastante limitado así que no fui capaz de apreciar la experiencia ni volverme loco en las tiendas. Aunque esperaba gente vestida de pokemon girando en las calles, fueron pocos los cosplay que encontramos. Incluso en el parque Yoyogi, donde se supone que encuentras algunos, escuchamos a algunos turistas preguntar a unos nativos y ellos explicando que solo sucede a veces en eventos y no todos los días.
Kabukicho es el distrito rojo, lleno de bares, restaurantes, pachinko y extraños lugares para adultos (la mayoría solo para nacionales) con perversas intenciones. El famoso Robot Restaurant está aquí, pero a lo último que leímos no valía tanto la pena el costo tan alto que tenía. Caminar y caminar por pequeños andadores, observando a los locales beber una cerveza y fumar un cigarro por debajo del tren en Yurakucho, con sus sacos y maletines después de horas de trabajo.
Son muchos los distritos que hasta me gusta pensar que quisieron hacer Tokio temático. Si quieres más cultura, más diversión o quizás algo más loco. Creo que cada uno merece aunque sea una breve visita para apreciar lo colorido que puede ser Tokio, al contrario de otras grandes ciudades que quizás parezcan una copia de Manhattan una y otra vez. Lo complicado de Tokio es tomar decisiones, tanto de que visitar primero o que comer. Regresaría sin pensarlo una y otra vez, y creo que 3 días no son suficientes ni para entender lo más básico de esta cultura tan interesante y rica.
Son muchos los detalles que se me escapan, desde los curiosos ritos de año nuevo que nos tocó presenciar hasta los extraños cafés con muchachas vestidas de sirvientas francesas. Mientras más escribo, más recuerdos regresan a mi mente lo que hace dificil discernir que sería relevante de contar. Aún así ya tomaré tiempo de hablar de las rutas particulares que escogimos y las pequeñas gemas ocultas que encontramos en cada uno.
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