De los mejores recuerdos que tengo del año pasado fue la ciudad de Singapur, el mejor exponente de que se puede crear una hermosa ciudad con diversidad cultural, con grandes espacios ecológicos y las comodidades del primer mundo en un país tan pequeño. Hasta la ciudad de México es más grande que todo el país. Y como siempre la comida está presente en las gratas memorias en la ciudad de Singapur. Había china, malaya, india y árabe. Toda deliciosa, aunque no tan accesible en precio como en Malasia pues si hay una diferencia sustancial entre las divisas de ambos países. Creo que el dúo de Malasia y Singapur es una excelente oportunidad de conocer el sur de Asia sin tanto backpacker y seguro.
Para hablar de la ciudad de Singapur, creo que es importante comenzar con un poco de historia para entender detalles curiosos. Por ejemplo, al igual que Malaca, fue colonia de los británicos que utilizaron su estratégica posición para convertirlo en un puerto que sirvió de conexión entre las indias orientales y occidente. Esto trajo gente de diversos lugares en un solo puerto que se volvió rico y próspero que permitió la formación de un estado que, con ayuda de Malasia, se independizó y continuaron un gran plan de nación en menos de 100 años.
Singapur cuenta con muchas atracciones que ver. Hasta el propio aeropuerto está lleno de ellas. Muchas de ellas son gratuitas para los amantes de la naturaleza y pues siendo un clima tropical no está nada mal descansar un poco con un paseo ligero entre hermosa vegetación como comentaba Rox en Gardens By The Bay o bien en los Botanic Gardens. Claro que hay más cosas que hacer, hasta Studios Universal tienen en la isla de Sentosa. El presupuesto puede llegar a ser la limitante, pero perderse en la ciudad y sus food courts es suficiente para el viajero que no es de primer mundo, como nosotros.
Caminar por Singapur puede ser algo difícil porque el clima no es en mi opinión el más agradable del mundo, el sol es demasiado intenso al estar tan cercano al Ecuador. Pero está tan lleno de centros comerciales y pasadizos altos (algunos techados) que es fácil tomar un respiro del calor antes de continuar. El problema es que en cada comercio sobra más de un puesto de comida o café que quieras probar y terminas más agobiado por la comida que el sol. Por lo que el hermoso metro de Singapur llega al rescate. Que claro es de primera y tiene una red amplia para visitar cualquier lugar sin problemas a un precio justo.
Algo muy interesante es que la identidad étnica se conserva, de una forma pacífica y muy abierta, pues en distritos históricos que dominaba cierta etnia está presente mucha información en forma de láminas en las calles y centros de cultura especializados, por ejemplo a la cultura india en Little India. Lo que le da un valor único el visitar cada barrio conociendo sus templos, su información histórica y cultural, su comida y sus personas. Es como visitar pequeñas naciones dentro de la ciudad, algo similar a Little Tokyo en Los Angeles con su decoración y comercios.
En definitiva, Singapur está dentro de mis países favoritos, lástima que mi cartera no opina lo mismo. Pero es una ciudad cuya experiencia es difícil de comparar e igualar por lo que cualquier aventurero viajero que visita el sur de Asia debería considerar como destino clave y eso que no he mencionado la mejor parte, está prohibido el chicle. Aunque parezca broma es cierto y son bastante severos con aquellos que rompan la ley (palazos).
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