Esperaba que al regresar de Asia tendría tiempo de narrar en este blog nuestras aventuras y sorpresas en aquellos lejanos países. Contar como era aquellas personas con deliciosas comidas y modos de vidas ligeramente diferentes a lo que estaba acostumbrado. Pero no fue así. Dejar por varias semanas la ciudad me dejó con un sinfín de tareas pendientes que no me han permitido dedicar el tiempo para escribir.
A mi sorpresa no fue en el ámbito laboral donde la mayor carga de tareas por resolver y compromisos me esperaba, sino en asuntos personales y sociales. Y ni siquiera hemos visto a mas de 10 amigos en estas semanas. Pero ya comienzo a retomar el ritmo, lo cual no me pone del mejor humor. Ese tiempo en Asia, fue como una vida alternativa, un poco alejada de lo que solía ser pero tan dinámica, confusa y a la vez intrigante que no dudaría en hacerlo de nuevo y por mucho más tiempo. Si por mi fuera ya estaría buscando un autobús para cruzar la frontera a Guatemala.
Comenzar a hablar de Asia activa un flujo enormes de anécdotas y trivias que no se por donde comenzar, hacerlo por país quizás o por orden cronológico, o quizás simplemente de un modo aleatorio con pequeños fragmentos de eventos ¿Ó lo mejor sería simplemente comenzar a hablar porque ir a Asia no es una buena? Debo admitir que no todos los países asiáticos son para todo el mundo. Es difícil creer lo que ves en televisión o lees en blogs amarillistas, como Tamales con Pasaporte, pero la verdad es que es complicado salir al mundo real de ciertos países como Filipinas o India. Si las posibilidades de descubrir el mundo son pocas ya me queda más claro que el agua porque la gente prefiere ir a Roma o Paris.
Pero… también es verdad que dificultad como occidental (aún del tercer mundo) puedas entender un poco al Oriente sin estar ahí. Y no se trata de esos yuppies que se clavan en convertirse al budismo con exageraciones y contradicciones, sino de observar en silencio y mezclarte en lo cotidiano de los asiáticos. Es donde lo más curioso se puede observar, y cuando frases como “que raro..” y “ya viste que aquí…”, es ahí cuando te conviertes en observador de la vida normal (olvidándote que tienes la tuya en pausa) que la experiencia se vuelve más apremiante y valiosa. Eso y la deliciosa comida. Que todos sus dioses los tengan su gracia por cocinar tan delicioso (casi todos, te estoy mirando Camboya).
Continuaré con el reto de narrar en el resto de este año, lo que fue el comienzo del mismo, y quizás poder encontrar tiempo y recursos para regresar por unos momentos a la carretera y buscar algo interesante de que platicar. Siempre y cuando no se nos ocurra “ir por los cigarros” a finales del año, quién sabrá.
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