El fin de semana pasado estuvimos unos días en Toluca, o más bien San Mateo Atenco por Metepec, visitando a la familia de Rox, y cobrando una promesa de viaje que el hermano de Rox nos había hecho, llevarnos a Teotihuacán. Para aquellos que no les suena ni poquito el lugar, la zona arqueológica de Teotihuacán se encuentra al norte de la Ciudad de México en el Estado de México. El lugar es un enorme complejo de edificaciones mesoamericanas de lo que alguna vez fue una gran ciudad y cuyo destino es todavía incierto. Este lugar tiene denominación como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y figura entre las atracciones más importantes del país.
La ciudad de Teotihuacán es conocida, sobre todo, por sus pirámides que son tres (en orden de tamaño): la de Quetzalcóatl o la Serpiente Emplumada, la de la Luna y la pirámide del Sol. Esta última es la más emblemática y es una colosal pirámide de 63 metros de altura y uno puede subir hasta el tope a disfrutar la vista del resto del complejo y quizás imaginar como serían aquellos tiempos prehispánicos. Subir la pirámide es un poco complicado en ciertas escalinatas, por lo que hay soportes, pero aún así no creo que es apta para todas las edades.
La llamada Calzada de los Muertos, es una división del sitio que comienza desde el río de San Juan hasta la Pirámide de la Luna y está seccionada en diversos edificios y patios de lo que solía ser edificios públicos y religiosos. Cerca de las edificaciones hay explicaciones en español e inglés, y incluso en algo que parecía náhuatl. Por lo que si no cuentas con guía aún así puedes aprender algo, y si complementas con una lectura previa, te vuelves un experto en culturas mesoamericanas.
Fuera de las dimensiones de los edificios, lo que más me llamó la atención fueron los múltiples grabados y esculturas de fauces de animales que cuenta la Pirámide de Quetzalcóatl. Esta parte quizás si necesita un guía, porque mientras estaba viendo y tomando unas fotografías, escuche la explicación de un señor y me pareció interesante el significado de los detalles esculpidos, pero como no tenía mucho tiempo, continué viendo la Ciudadela.
Algo también curioso que tiene Teotihuacán que hay muchos vendedores de replicas de artesanías y demás baratijas, desde silbatos, pulseras, craneos, esculturas de guerreros aztecas y lanzas de obsidiana. Esta bien que esten disponibles estos recuerdos, pero creo que era un poco excesivo la cantidad de vendedores que había. Al menos no era molestos y un “no gracias” bastaba.
Teotihuacán para mí era como un recuerdo infantil de primaria, de alguna lámina de tarea sobre las grandes culturas mexicanas, y hay acababa. Pero cuando lo vi, me gusto mucho, y me hizo recordar que existe un vasto número de lugares, tanto históricos como naturales, aquí en México que están en mi bucket list y debería darle más prisa a visitarlos.
- Costo - Los niños no pagan y adultos cuesta 64 pesos, más el estacionamiento unos 45 pesos. Más información en el sitio oficial.
- Sitio UNESCO - Código 414
El complejo cuenta con museo, que desafortunadamente por tiempo no alcanzamos a visitar, y amenidades como restaurantes, tiendas de souvenirs y baños. El lugar es accesible por auto por autopista o por carretera libre, y hay muchos tours saliendo desde la Ciudad de México, posiblemente económicos. Una excelente experiencia de un increíble lugar en el centro de México.
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