Hace unos días Rox y yo aprovechamos el puente para salir de la ciudad. El destino era el estado de Querétaro, que no tenía altas expectativas. Lo que fue bastante bueno porque me gusto mucho la ciudad de Querétaro. Aparte visitamos los dos Pueblos Mágicos de la entidad, Tequisquiapan y Bernal y el bonus fue San Miguel de Allende, que no fue la sensación del viaje. Pero ya hablaré de eso en otra ocasión.

Jardines en el centro de Querétaro

Lo importante es la ciudad de Querétaro que es en realidad una hermosa y pequeña ciudad que tiene un centro histórico de lo más agradable para el paseo y descubrir pequeñas sorpresas en las calles. La propuesta gastronómica es bastante interesante, con antojitos mexicanos como gorditas y gorditas y más gorditas de migaja y queso, y restaurantes elegantes y pubs. Al principio no entendía porqué había tantos restaurantes y cafeterías, pero al avanzar por los hoteles en el centro descubrí que Querétaro es visitado por mucha gente, incluyendo extranjeros.

Gigantes gorditas de migaja

Coquetas calles del centro queretano

La ciudad cuenta con varios museos, y aunque solo alcanzamos a entrar a uno (Museo Regional) había varios que me llamaron la atención para una futura visita como el Museo de Arte y hasta el Museo del Calendario se veía prometedor. Siendo Querétaro una de las ciudad históricas de la Independencia de México, sus principales calles están llenas de historia de los conspiradores y, como en Guanajuato, es posible tomar recorridos de leyendas e historias durante la noche. Muchas opciones de entretenimiento y muchos lugares que ver y comprar por ejemplo dulces típicos y aunque desconocía el estado como creador de artesanías, se puede conseguir muchísimas variedades de artesanías mexicanas. La decoración de muchos lugares está algo cargada por estos elementos de folclor, que le da cierto atractivo.

Reproducción de capilla otomí en Museo Regional

Un lugar que está unas calles alejadas del centro es la estación de trenes. Como todas en México, ya no opera, pero está abierta al público como un pequeño museo con una réplica en miniatura del recorrido del tren de Querétaro. Un bonito lugar, y además aún pasan por ahí los trenes de carga.

Vieja estación de trenes

La visita en Tequisquiapan fue corta. Pasamos solo a desayunar mientras nos dirigiamos a Bernal, pero vale la pena conocer el pueblo. Es pequeño pero la plaza central con su mercadito al lado parece ser una opción popular. Estaban bastante concurridos el domingo temprano, muchos puestos de diversos tacos como barbacoa y carnitas no dejaban de pasar platos con tacos calientes a la multitud que forcejeaba para abrirse paso entre puestos o dar una gran mordida a su comida. Fue curioso, no recordaba un mercado tan lleno.

Centro de Tequisquiapan

El pequeño pero sabroso mercado del pueblo

La Ruta del Vino fue la que nos fallo, o nosotros le fallamos. Porque no aprovechamos ninguno de los tours por ir por nuestra cuenta a Freixenet, el cual fue un fracaso. El fin de semana que visitamos tenían un festival de la primavera, y al parecer no había visitas a la cava. Otro pretexto más para visitar el estado.

Llegando a Bernal

Pulquería local

Por último, pasamos a Bernal a disfrutar de sus pulques mientras una multitud de personas subía la peña para conectarse con el cosmos por el equinoccio y cosas locas que no entendía. Espero Rox explique mejor Bernal, pero si es un grato recuerdo de un gran fin de semana. Creo que la distancia entre Guadalajara y Querétaro es un poco larga, pero si vale la pena. Nosotros tomamos carretera por La Piedad, y fue un viaje de carretera tranquilo y placentero.