La tecnología ofrece un enorme soporte a los viajeros con posibilidades que hasta hace unas décadas, o si quiera años, atrás no eran ni imaginables por los mortales. Una de ellas es la ventaja de tener en un pequeño dispositivo los mapas de todo el mundo accesible en instantes y si tienes suerte hasta mostrarte en segundos en que posición global te encuentras. Me encantan los mapas y revisar las calles de las ciudades que visitaré para entender cómo moverme y dónde está aquello que deseamos ver.
La mayor herramienta para lograr esta tarea la encuentro en Google Maps, quizás hay otras herramientas disponibles, pero mi fé está con Google y que no termine con algún problema en sus mapas. Como ya lo he mencionado anteriormente, se puede grabar en memoria mapas para poder navegar por ellos sin conexión a internet, muy útiles cuando se está afuera. Claro que en un mundo perfecto el GPS entra a la primera, el mapa guardado aparece y aunque no tienes asistencia para generar la ruta, puedes guiarte a tu destino… en un mundo ideal.
La verdad que Google Maps me ha quedado mal gran cantidad de veces, que es como un simple volado, tiro la moneda al aire y espero que al iniciar Google Maps logre encontrarme. En los primeros viajes ya con un poco de Google Maps, sufría mucho de que el GPS jamás conectaba. Muchas veces quizás era culpa mía que desconecta la funcionalidad para ahorrar batería, pero cuando ya maneje batería externa en siguientes años me di cuenta que depender del GPS es difícil.
Otro problema que persistio mucho en este último viaje largo en Turquía y Marruecos fue que al estar siguiendo la pista de un camino la aplicación explotaba y me dejaba con cero mapas disponibles. Un hermoso punto de GPS en medio de un ambiguo gris. Perdido en las medinas marroquís maldije al ocioso programador de Google que no probo bien su parte. Es algo frustrante estar caminando hacia un destino y quedarte sin repente de un soporte para llegar.
Lo gracioso de esto, es que no solo me pasa en el extranjero. Aquí en México recuerdo un día de lluvia en la Ciudad de México buscando un lugar y el GPS se desconecto (entró en pánico) y desapareció la ruta por completo. Otras veces al conducir en carretera esperando que Google me lleve seguro a algún pueblo complicado de llegar, que procuro ir por carreteras federales y Google insiste en dirigirme por autopistas de peaje. Algunas veces funciona, y otras veces simplemente apago la aplicación y llego como en los viejos tiempos con señalamientos y preguntando a algún paisano.
A pesar de los daños emocionales que me ha dado Google Maps, sigo fiel a su uso y me parece increíble tener la tecnología de estos mapas. Aún recuerdo a mis padres morir usando la Guía Roji. He visto que mucha gente imprime las rutas de A a B desde Google Maps, y pienso que es anticuado y un poco tonto. Pero cuando termino sin señal o GPS, no parece que fuera tan mala idea después de todo. ¿Has tenido alguna mala, o muy buena, experiencia usando Google Maps o alguna otra tecnología de mapas?
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