Domingo 18 de Mayo 2014
Despertamos temprano a tomar el buen buffet del hotel, seguire diciendo que el Hotel Manrey tiene el mejor desayuno buffet que he tenido. Quizás en hoteles de mayor prestigio sea autenticamente un placer, pero no estamos en esas ligas. Listos con nuestras toallas y “zapatos acuaticos”. Historia rápida, los del tour nos recomendaron llevar este tipo de calzado, y el día anterior cuando mirabamos plazas buscabamos alguno barato, pero fallamos. Rox uso chanclas y yo tenis, porque pues, siempre tenis.
La van de Jungle Land Panama llego a tiempo al hotel, cerca de las 8 de la mañana. Con un panameño al volante que estaba hablando en inglés, dado que todos los demás miembros del grupo eran norteamericanos, y un alemán. El hombre iba recogiendo gente y platicandonos historia locas de Panamá cuando paso el periodo de dictadura con Noriega y del presidente actual, me era dificil saber si estaba a favor del gobierno actual o no. Pasamos por el enorme Puente de las Américas que cruza por el Canal de Panamá, y por diversas partes del canal como la estación de trenes, pequeñas villas gubernamentales, un aeropuerto y grandes areas de maquinaria.
El viaje en auto duro cerca de una hora más o menos, y termino en un pequeño puerto al lado del Canal, no estoy seguro si esta parte de “río” era el canal o solo un río distinto, pero ahi fue donde tuvimos el placer de conocer a nuestro capitán, cuyo nombre era Carls o algo así, que al parecer era neozelandes. Se presento en español con nosotros y en inglés con el resto del grupo. Nos dio indicaciones en ambos idiomas, y le comente a Rox que si a ella no le importaba que fuera en inglés, porque a mí no, y accedio. Le dijimos a Carls que se platicara todo en inglés, porque llegaba a ser molesto escuchar todo dos veces.
Carls nos condujo a una balsa algo amplia, donde nos sentamos comodamente con nuestros chalecos salvavidas. El recorrido comenzo entrando directo al centro del Canal, que si es mucho más grande de lo que imaginaba. Recorrimos muchas gruas y botes gigantes que servían para excarvar el fondo del río, porque según explicaba necesitaban hacer más hondo y ancho el Canal para que barcos más grandes entraran. Era fascinante ver los botes haciendo las perforaciones y todo eso. Pasamos de largo las maquinas, y nos adentramos a una parte del Canal que tiene muchas islotes pequeños, llenos de vegetación diversa y desconocida por mis tierras.
En algunos de estos se detenía un poco y Carls nos pasaba cacahuates. La sopresa fue cuando se empezaron a acercar pequeños monos a comer, hasta la mama mono con sus bebes colgados. Bastante divertido. Pero no todo era monos, también había muchas aves y sobre todo ¡cocodrilos!. Desde algunos adultos, que no eran tan grandes, hasta un monton de crías. Obviamente no tuve miedo, ni Rox. El recorrido en la lancha duro como una hora, o probablemente más y todo el tiempo Carls iba contando cosas sobre el Canal y la vegetación. En un momento dado, tomo por un río y la vegetación se hacía más densa y selvatica. Estabamos tomando camino al bote-hotel de Jungle Land.
El bote parecia una casa como de 3 pisos, donde nos estaban esperando un poco de neozelandeses y uno que otro panameño. Al parecer el negocio es manejado por unos 3 neozelandeses. Nos ofrecieron refrescos y agua incluida en el tour y alcohol por precio simbolico (como un dolar por lata de cerveza, mejor precio imposible). Nos dejaron platicar un rato entre nosotros para sentarnos a comer, ahora me doy cuenta que quizás si fue más tiempo de bote y de camino terrestre. Nos sentamos y una jovén pareja se nos unio en la mesa, eran de Nueva York y platicabamos de nuestra experiencia en Panamá y de lo increíble que era estar en el canal. Nos preguntaron que si habiamos estado en NYC, y les contamos que sí que nos encantaba, y después nos platicaban un poco de la locura de vivir en NYC.
La comida fue lo más aproximado a comida típica panameña que consegui en todo el viaje, que básicamente era un tamal panameño con arroz y un poco de platano con pollo. Nada mal. Comimos y platicamos, y claro las cervezas. Carls nos pidio que nos alistaramos para las “actividades”, que en ese momento era hacer kayak. Previamente yo solo me había subido a un kayak en una lagunita aburrida. Nada que ver con estos ríos salvajes de cocodrilos. Comenzaba a chispear un poco, y la gente se alistaba, estaban ya todos en sus kayak y Rox y yo, simplemente no. Lo intentamos pero, aunque Rox lo niegue, ella tuvo miedo. Obviamente yo no.
Carls al ver lo que pasaba, nos sugirio otra actividad. Entonces le hablo a uno de los ayudantes para que preparada una lancha. Nos llevaría a pescar. Mi experiencia previa a pesca, fue en lancha en el mar abierto, y fracase. Algo con el mar no funciona bien conmigo. El jovén Juan preparo todo, y nos dio nuestras cañas de pescar. Se sentía bien, pescar en el Canal de Panamá. Nos adentramos con el bote un poco entre el Canal y el monton de islotes y nos dio una explicación rápida de como usar la caña de pescar, y él nos ayudaba con la carnada, que eran pescados pequeños.
Juan nos aseguraba que pescariamos, y no fue así. Si logramos sacar uno que otro pez, pero eran muy pequeños. Pero la experiencia fue única, teníamos la lluvia que comenzaba con más fuerza y un monton de gritos de monos que se escuchaban de todos lados, ¡de todos lados!. Era una situación tranquila, relajante. Ahi de pie, esperando pescar algo, y el mundo haciendo lo suyo. Claro que haciendo lo suyo fue que la lluvia fue demasiado fuerte y tuvimos que regresar. Extrañamente en cuanto llegabamos nosotros, el resto del grupo también. Pero no venían solos, un cocodrilo venía detras de ellos. Lo sabía, era peligroso. Según Carls no importaba, porque era pequeño y no se que más cosas dijo. No le creí.
De nuevo en el campamento flotante, tomamos unas cervezas para rehidratarnos (mentira), y vimos el zoologico privado que eran unos tucanes, un bebe cocodrilo y una boa (o algo así, no se de viboras, ¿ok?). Carls nos ponia la vibora en los hombros para el deleite de tomarnos fotos. Fue divertido, pero se sentía extraño el cuerpo de la vibora cuando había que tomarla con firmeza con las manos.
Era tiempo de volver y todos tomaron sus cosas, menos una pareja que iban a pasar la noche ahí, ¡que loco!. Las habitaciones no se veían mal. Nos despedimos de Carls y los demás, y el jovén Juan tomo la lancha grande y nos llevo a gran velocidad de regreso al otro puertito. Digo a gran velocidad, porque solo le tomo como 25 minutos. Ya el regreso no había explicaciones ni nada. De hecho todos nos dormiamos, en la van casi todos caimos como bebes.
El resto del día, llegamos al hotel, pasamos a cenar unas crepas o waffles, o ¿ambos?, y luego a dormir. Fue un gran día en América.
Lunes 19 de Mayo 2014
Recargados y listos, teníamos planeado conocer otras areas de la ciudad. Tomamos nuestro desayuno, y comenzamos a buscar alternativas. Lo primero fue tomar un taxi y decirle que nos llevara lo más lejos que ajustara con 10 dolares. En realidad el destino era la Calzada de Amador. Esta calzada conecta la ciudad con cuatro islas. Así que nos adentramos en auto lo más posible. Y comenzamos a caminar de regreso.
Aquí me senti un poco decepcionado, porque había vista las fotos del area que se veía con vida y había mucho que ver. La verdad es que no fue así. Quise pensar que era la temporada, pero no se, quizás solo me mentía. Básicamente caminamos por una carretera que tiene mar a ambos lados, lo cual esta agradable y unos cuantos hoteles y restaurantes. Como era temprano la mayoría de los locales estaban cerrados. Caminamos un tanto, y por fin llegabamos al fin, donde se encuentra el Biomuseo. Este museo no entendimos cuando lo abrian o que pasaba, porque estaba en obra pero no decía nada de inauguración, abierto o algo. Misteriosamente su sitio web y TripAdvisor hablaban del lugar.
Disfrutabamos la vista mientras tomaba el mapa y me daba cuenta el Casco Viejo no estaba tan caminable después de todo. Ni que decir, otro taxi al Casco Viejo. No era un trayecto muy largo, pero el taxista dio muchas vueltas por todos lados, lo bueno que ya había acordado precio antes de subirnos. Ya de nuevo turisteando por el centro historico, recorrimos algunas calles que no tuvimos oportunidad de ver y pasamos a un café de un hotel, creo que era UNIDO, a degustar un poco de café panameño. Tenían una tecnología de cafe, que aquí no me había tocado conocer, el Chemex que es una cafetera de filtro manual. Pedimos café y fue totalmente delicioso.
Caminamos por otro lado del Casco Viejo, rumbo al mercado o algo así. No había mucho que ver, eran monton de tiendas de baratijas chinas y unos cuantos locales de frutas y verduras. No nos intereso seguir, así que pasamos al Mercado del Mar a cobrar venganza del ceviche. Pedimos uno de pescado y otro de camarón, aunque tenían como de unos 8 creo. Nos sirvieron en un vasito de unicel, unas cucharadas de ceviche, una cuchara y unas galletitas saladas. Nada de tostadas amigos, ni que esto fuera México. El sabor era bueno, muy fresco, más no estaba increible. Me quedo con los ceviches de Mazatlan.
Ligeramente satisfechos regresamos por la Balboa, recorriendo el parque lineal de nuevo. Fue cuando me di cuenta que habíamos caminado MUCHO. Segun veo en Google Maps, fácil unos 10km y todavía ni eran la una de la tarde. Así que llegamos un poco agotados al hotel y después de abrir unas cervezas, nos dio hambre. El ceviche solo fue una probadita. Ese día caimos en un lugar de comida tailandesa, que estaba muy elegante y bonito el restaurante que se llamaba The Garden 2112. Nombre muy raro por cierto. La comida era buena, más si estaba ligeramente cara.
Rox quizo caminar rumbo al centro comercial que habíamos visitado previamente, y fuimos a disfrutar un poco de aire acondicionado. Aunque estuvo nublado, el calor se sentía algo agobiante para estar afuera. En el camino encontramos un food truck de la Rana Dorada, mi cerveza favorita de Panama, y tuve que comprarme una que estaba al dos por uno en hora feliz. Bendita Rana Dorada con su cerveza refrescante en tierras calientes.
El resto de la tarde aplicamos nuestro modo turista extremo, y comenzamos a visitar bares a tomar una cerveza y pasar al siguiente. Para rematar en la noche en la alberca del hotel disfrutando nuestro último día en la ciudad. Al día siguiente teníamos planeado el vuelo a Cartagena, y sinceramente había disfrutado mucho de la ciudad de Panamá. El regreso al aeropuerto fue en el shuttle del hotel y llegamos a tiempo para revisión de maletas y documentos. Como no traiamos nada que declarar fue bastante fácil.
En los siguientes días regresariamos de nuevo a Panamá, por la conexión del vuelo Cartagena a Guadalajara. Algo curioso, que si estas en tránsito en el aeropuerto no tienen muchos problemas en dejarte salir, y estan “común” que hay shuttles que te recogen en el aeropuerto y te llevan a gigantes centros comerciales a las afueras de la ciudad, te dan cupones si muestras pasaporte extranjero y todavía te regresan a tiempo al aeropuerto según la hora de tu vuelo. Bastante bien planeado. Claro esta que hicimos eso, aunque no compramos gran cosa en el centro comercial a diferencia del resto de la gente. No es broma, había quienes traian televisiones.
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